César. Siempre me he considerado un Rodriguecista convencido, un poco tardío respecto a los VERDADEROS, y lo digo en mayúsculas porque esto es gente realmente muy convencida. El RODRIGUECISMO sufrió su propia guerra civil, unos se fueron con el mundo de la pena, el mundo del calamar y el salmón y otros se fueron por el mundo de los arieles, las rumbas eléctricas y el crapuleo despechado. Esto va por los que perdieron la batalla, por aquellos que creyeron en la base rítmica que hizo a los Rodriguez sonar de forma única. Quiero escribir al final de esta historia incompleta, perdernos por otras ciudades, fugarnos a otros planetas. Quiero escribir aunque sea un renglón cualquiera, a la palabra tristeza prometo dejarla afuera. Quiero seguir por el rumbo del corazón espontáneo para decir lo que siento aunque a veces te haga daño seguir por la ruta de los buenos navegantes perderme de vez en cuando para poder encontrarme. Porque quizás mi mejor disco hace tiempo que lo hice y tal vez mi mejor...